¿Te has preguntado alguna vez cómo funciona una puerta automática por dentro? Aunque a simple vista parecen simples mecanismos que se abren y cierran solos, lo cierto es que en su interior hay todo un sistema coordinado que permite su funcionamiento suave, seguro y preciso.

En esta guía pensada para quienes no son expertos técnicos, te explicamos los principales componentes y cómo trabajan juntos para facilitar la apertura y cierre automático.

 

¿Qué hay en el motor de una puerta automática por dentro?

El motor es el corazón del sistema. Su función principal es transformar la energía eléctrica en movimiento. Cuando un sensor detecta presencia o una orden de apertura, el motor se activa y transmite el movimiento al sistema de guías o brazos que mueven la puerta.

En la mayoría de modelos, estos motores incluyen reductores de velocidad y controladores de torque para que la puerta funcione sin golpes y se detenga si hay algún obstáculo, garantizando seguridad.

 

Sensores: los “ojos” de la puerta

Los sensores son los responsables de detectar cuándo alguien se aproxima a la puerta. Pueden ser de infrarrojos, microondas o combinados, y están programados para activar el motor en cuanto alguien entra en su campo de detección.

Además de detectar movimiento, algunos sensores pueden ajustar la velocidad de apertura según la distancia o incluso detener el sistema si detectan un objeto que impida el cierre correcto.

 

El cerebro: la unidad de control que coordina todo

Toda puerta automática por dentro cuenta con una unidad central de control que actúa como “cerebro”. Este componente interpreta las señales de los sensores, activa el motor, regula la velocidad, y gestiona elementos como la apertura parcial, los tiempos de cierre o el modo nocturno.

Este sistema también permite programar el funcionamiento de la puerta según horarios o necesidades específicas, lo que mejora la eficiencia energética y la seguridad.

 

Guías, rieles y transmisión: la mecánica detrás del movimiento

Aunque el motor proporciona la fuerza, son las guías, correas o rieles los que convierten esa fuerza en desplazamiento. En el caso de puertas correderas, por ejemplo, el movimiento del motor se transfiere a través de una correa dentada que hace deslizar la hoja de la puerta suavemente.

Todos estos elementos están diseñados para trabajar de forma precisa y silenciosa, con materiales resistentes que soportan un uso intensivo.

 

Conclusión: Conocer tu puerta te ayuda a cuidarla mejor

Ahora que sabes cómo funciona una puerta automática por dentro, seguro ves con otros ojos ese sistema que abre sin esfuerzo cuando llegas al trabajo o entras en un comercio. Comprender los elementos básicos permite tomar mejores decisiones de mantenimiento, instalación o mejora.

Y si necesitas asesoramiento profesional, en Puertas Automáticas Monza estamos para ayudarte con soluciones a medida y soporte técnico especializado.

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